sábado, 7 de noviembre de 2015

El Teatro Medieval

El teatro medieval castellano cuenta con testimonios confusos, escasos e irregulares, hasta el punto de haberse puesto en duda su existencia hasta finales del siglo xv.
De la segunda mitad del siglo xii consideramos el primer ejemplo de teatro castellano. Es el Auto de los Reyes Magos, procedente de la Catedral de Toledo. La lengua del fragmento desconcierta y apunta a una posible fuente francesa.
Es probable que en la Península se hayan perdido más textos de representaciones teatrales que de otros géneros literarios. Algunas leyes de Alfonso X o normas de sínodos eclesiásticos apuntan a manifestaciones dramáticas imprecisas, realizadas por juglares de diversa formación.

Hasta finales del siglo xv, no publicará sus representaciones quien se considera padre del teatro castellano: Juan del Encina (1469-1529). La estructura de sus obras se irá complicando a medida que va adquiriendo una mayor maestría en el género. Fundamental –por lo que respecta al aprendizaje de nuevas técnicas- es su viaje a Roma en 1499. Su última obra es la más ambiciosa fue la Égloga de Plácida y Vitoriano.
Compañero, rival y admirador suyo sería el también salmantino Lucas Fernández (1474-1542), cuya obra resulta difícil de fechar, aunque se supone realizada hacia 1500. La edición de sus Farsas y églogas aparece en 1514 en Salamanca. Este autor parte de presupuestos próximos a los de Juan del Encina, pero prolonga la extensión y el número de personajes.

Posiblemente se hayan perdido muchos de los autos que se debieron representar a lo largo del siglo xv. Un códice de la segunda mitad del siglo xvi, llamado Códice de Autos Viejos conserva numerosas obras, representadas en muy diversos lugares de la Península, que podrían ser reelaboraciones de estos textos medievales.

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