Los géneros de ficción
a composición
literaria en lengua castellana (y, en general, en lengua romance) se hizo en
sus comienzos en verso.1 Dos son las razones principales de ese hecho: por un
lado, su carácter de literatura oral-popular (lo que implicaba su recitado con
frecuente acompañamiento musical); por otro, que la escritura en prosa exigía
una tradición en el uso del castellano (sobre todo para la consolidación de su
sintaxis) que, dado el dominio culto del latín hasta bien avanzada la Edad Media,
no pudo darse hasta el siglo xiii, cuando Alfonso X, el Sabio, decidió hacer
del castellano una lengua de uso común tanto para los asuntos de la
administración del reino,c como para la composición de sus obras
historiográficas y de otros tipos.
Miniatura de unos
juglares en las Cantigas de Alfonso X el Sabio.
Así, pues, los
primeros géneros que hay que considerar son la lírica tradicional y la poesía
épica (cantares de gesta y romances), que, habiéndose recogido por escrito a
partir del siglo xiii, serían testimonios de composiciones orales anteriores en
el tiempo; ambos géneros conforman lo que se denomina la literatura del mester
de juglaría, esto es, literatura compuesta para ser recitada. Además, hay que
contar con el primitivo teatro castellano.
Este teatro
parece remontarse al siglo xi, en forma de representaciones relacionadas con
temas religiosos. Así ocurre con el primer texto teatral en castellano, la
Representación de los Reyes Magos, cuya única copia data de los años de
tránsito entre el siglo xii y xiii, y que, por la lengua, puede datarse a
mediados del xii. Posteriormente, y hasta La Celestina (cuya adscripción al
género teatral es discutible) los ejemplos de teatro en castellano son siempre
indirectos, a través de referencias en otras obras.
Dentro ya de los
géneros escritos, dado que la lengua de prestigio para la lírica culta (o
cortesana) durante la Edad Media fue el gallego-portugués, la lírica culta en
castellano no empezó a cultivarse hasta mediados del siglo xiv, apareciendo su
figura más relevante, Jorge Manrique, en el siglo xv.
En cuanto a la
prosa,
las más tempranas
muestras [de prosa] en castellano o en otro dialecto vinculado a él datan de
finales del siglo xii y del reinado de Fernando III (1217-1252); son documentos
históricos y textos jurídicos breves.
Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceres (2006, p. 31)
Con todo, ya en
el mismo siglo xii, durante el obispado de Raimundo, se tiene constancia de que
en el proceso de traducción de diversas obras de géneros variados (matemáticas,
astronomía, medicina, filosofía...) al latín, se daba en muchas ocasiones el
paso intermedio de traducirlas oralmente al castellano: primero de la lengua
original a este y después, lo que tiene una singular importancia, del
castellano al latín; tal proceso suponía que la lengua romance ya estaba
plenamente constituida para expresar ideas abstractas o elevados cálculos.2
Pero la plena
consolidación del castellano como lengua escrita a todos los niveles se produjo
en el siglo xiii. Esto posibilitó por un lado, la aparición de las obras del
llamado mester de clerecía (poesía narrativa en verso de tipo culta: Milagros
de Nuestra Señora, de Berceo y Libro de buen amor, de Juan Ruiz) y por otro, al
lado de las obras de tipo ensayístico, de las primeras obras literarias
narrativas en prosa: cuentos que, en principio, eran traducciones/adaptaciones
realizadas por el taller de Alfonso X, y que ya en el siglo xiv pasaron a ser
creaciones originales (aunque con un importante trasfondo popular), bien en
forma de relatos de aventuras de ficción próximos ya al género novelad (Libro
del caballero Zifar), bien en forma de colecciones de cuentos, como es el caso
de El conde Lucanor de don Juan Manuel.
Los géneros de no ficción
Hasta bien
entrado el siglo xiii las lenguas de erudición fueron el latín, el árabe y el
hebreo, en las que se escribía todo lo que tenía que ver con la religión, la
historia y la ciencia. Durante el reinado de Fernando III de Castilla
(1217-1252), el castellano se fue convirtiendo en lengua escrita-literaria.
Alfonso X el Sabio.
Como se ha
señalado antes, el origen de la literatura castellana está en verso, y no en
prosa, porque la técnica de enseñanza de la lengua se basaba en la imitación de
los textos literarios clásicos, lo cuales estaban en verso. Luego, cuando se
produce la consolidación de las técnicas poéticas y en pleno desarrollo de sus
posibilidades expresivas (con el mester de clerecía), los asuntos que antes se
escribían en verso se traspasan al dominio formal de la prosa. Esto está,
también, en relación directa con la maduración del sistema político y social:
la prosa, más difícil que el verso, tiene mayor capacidad para relacionar las
distintas unidades lógicas y dialécticas del pensamiento humano.
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Consecuentemente,
desde finales del siglo xii y por razones políticas, se fijan por escrito
normas jurídicas en una lengua comprensible para la mayoría: el castellano. Y,
poco a poco, se van desarrollando ciertos recursos narrativos en los textos
jurídicos: por ejemplo, los exempla o cuentecillos ilustrativos de distintos
casos. Además, en el desarrollo de la prosa en castellano son muy importantes
las traducciones, que fueron iniciadas por el arzobispo Raimundo en Toledo (con
la llamada escuela de traductores), pues se trataba de un ejercicio lingüístico
muy beneficioso, entre otras cosas, para flexibilizar la sintaxis del
castellano.
Con todo, la
figura esencial de la cultura en castellano de esta época es Alfonso X; su
actividad
como impulsor y
cultivador de la ciencia y las letras es de extraordinaria envergadura, pues su
nombre aparece al frente de tratados científicos, obras legales, compilaciones
históricas y composiciones poéticas, líricas y narrativas, de amor y de burlas,
y cantigas religiosas.
Alvar, Mainer y
Navarro (2005, p. 102)
Artículo principal:
Literatura de Alfonso X el Sabio
Tanto él como,
después, su hijo Sancho IV, promovieron como reyes de Castilla y León la
elaboración de un considerable número de obras de muy distintos géneros
ensayísticos.
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