sábado, 7 de noviembre de 2015

Historiografía


A la labor historiográfica es a la que le debe su mayor prestigio Alfonso X; su producción en este ámbito está compuesta por dos títulos: la Estoria de España y la General Estoria.

Otras obras y autores vinculados a la historia son:

La Fazienda de Ultramar


Un libro del primer cuarto del siglo xiii que constituye un itinerario geográfico e histórico como guía de peregrinos a Tierra Santa;
La Gran conquista de Ultramar
Un relato que contiene una crónica muy novelesca de la conquista de Jerusalén durante la Primera Cruzada y que data de entre 1291 y 1295 en su primera redacción;
El Victorial o Crónica de Pero Niño

Escrita por su alférez Gutierre Díez de Games: narra las hazañas de este personaje, que encarga su propia historia;

La Embajada a Tamorlán


En libro de viajes medieval escrito en 1406 por Ruy González de Clavijo, cuyo contenido es una relación de la embajada que este autor realizó, junto con el dominico Alfonso Páez de Santamaría, a Samarcanda ante el rey Tamerlán;
Fernán Pérez de Guzmán (1378-1460)
Sobrino de Pero López de Ayala y señor de Batres: es el primer autor de retratos en la literatura castellana, titulados Generaciones y semblanzas (1450); recoge biografías de personajes ilustres contemporáneos o próximos en el tiempo;
Hernando del Pulgar (h.1430-1492)
Cronista de Enrique IV y de los Reyes Católicos, quien escribe otro libro de retratos: Claros varones de Castilla, a imitación de las Generaciones y Semblanzas.
Especialmente, la historiografía en el siglo xv está protagonizada por Enrique de Villena (1384-1434). Su texto más importante es Los doce trabajos de Hércules (1417), previamente escrito en catalán. Se trata de una obra compleja en la que, partiendo de la mitología clásica y a través de un método interpretativo, expone su visión de la sociedad de su época. La producción de Enrique de Villena supuso una innovación en la prosa española, por su erudición y restauración de la sintaxis latinizante —imitadora de la latina—.

 Obras religiosas


Las obras medievales de contenido religioso son, básicamente, del siglo xiii, en concreto las derivadas de la traducción a lenguas romances de la Biblia y de la redacción de una literatura doctrinal o catecismos.

 Obras didácticas


Las obras encaminadas a la enseñanza de algún tipo de conocimiento se materializaron, en primer lugar, en la llamada literatura sapiencial, que se desarrolló a lo largo del siglo xiii en forma de colecciones de sentencias, bien originales, bien de versiones de originales en árabe.

Dentro de la didáctica, deben incluirse también los sermones, cuya técnica, dada la supremacía de los religiosos como autores literarios, fue de una enorme influencia. Había dos tipos de sermones: los cultos (en latín) y los populares, en lengua romance. Este segundo, dado el tipo de auditorio al que iba dirigido (mezcla de laicos y letrados), abundó en el uso de recursos como los exempla (cuentos ilustrativos extraídos de la Biblia y otras historias, reales o ficticias con finalidad moralizadora); además de los exempla, los sermones utilizaban también las sententiae, o dichos de hombres famosos, originadas en la retórica y el cristianismo primitivo.4

A mediados del siglo xiii se tradujeron del árabe textos de carácter moralizante o didáctico. Entre ellos están el Libro de los buenos proverbios, los Bocados de oro, el Libro de los cien capítulos y las Flores de filosofía.

En el siglo xiv se compuso también una obra singular: los Proverbios morales (1355-1360) del judío Santob de Carrión. Muy vinculados con las enseñanzas judías, los proverbios están dedicados a Pedro I de Castilla y están escritos en cuartetos heptasilábicos o dípticos alejandrinos con rima interna; su contenido expresa un relativismo moral muy pesimista basado en la contemplación de la vida cotidiana.5

Además de estas colecciones de proverbios, en la Edad Media se dieron también obras destinadas a la educación de príncipes e infantes. A esta tradición pertenece obras trasladadas desde el árabe como Calila e Dimna, el Barlaam y Josafat y el Sendebar, que aunque más tarde fueron leídas como compilaciones de cuentos, habían sido concebidas en origen como textos para el adoctrinamiento de príncipes.

A la prosa doctrinal pertenece, también, un tratado de Alfonso Martínez de Toledo (1398-1468), capellán de Juan II y de Enrique IV, titulado El Arcipreste de Talavera o El Corbacho.

Obras jurídicas y legislativas


La práctica textual vinculada al derecho tiene sus primeras muestras en castellano con los fueros y las cartas pueblas, documentos de alcance específico en Castilla y León que, por un lado, pretendían recopilar los privilegios de cada localidad y, por otro, legislar sobre la repoblación de los terrenos fronterizos.

La llegada al trono de Fernando III conllevó la búsqueda de una legislación unificada; el primer paso fue la traducción del Liber iudicum: el Fuero juzgo se instauró, así, como obra de referencia legal para el territorio conquistado bajo su reinado. El segundo paso fue, ya, original, en el sentido de iniciar un nuevo corpus legal, el Setenario.

Alfonso X, por su parte, no solo termina el Setenario, sino que, apoyándose en él, redacta las Siete partidas, obra que refleja su interés por imponerse en sus territorios.


Obras científicas


El concepto de «lo científico» era muy amplio en la Edad Media, e incluía astronomía, astrología, tratados sobre las propiedades de las piedras (El lapidario), las plantas y la magia.

El interés de Alfonso X por la astrología lo puso en contacto con sabios judíos y árabes, de quienes aprovechó sus traducciones latinas o encargó nuevas versiones romanceadas. Con ellas, elabora textos como el Libro del saber de astrología, colección de tratados sobre temas astronómicos, el Libro complido en los judizios de las estrellas, adaptación del tratado de Ali ibn ar-Rigal (Ali ben Ragel), o el Libro de la ochava esfera. También escribió tratados sobre instrumentos de medición o unas tablas astronómicas, pues su objetivo era descubrir el porvenir (astrología judiciaria). Por ello consultaba a sus estrelleros al tomar decisiones, lo que le valió el recelo y desconfianza de clérigos e intrigantes cortesanos. Se acercó a temas relacionados con la magia, en su Libro de las formas et de las imágenes o en su versión, 

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