A la labor historiográfica
es a la que le debe su mayor prestigio Alfonso X; su producción en este ámbito
está compuesta por dos títulos: la Estoria de España y la General Estoria.
Otras obras y
autores vinculados a la historia son:
La Fazienda de Ultramar
Un libro del
primer cuarto del siglo xiii que constituye un itinerario geográfico e
histórico como guía de peregrinos a Tierra Santa;
La Gran conquista
de Ultramar
Un relato que
contiene una crónica muy novelesca de la conquista de Jerusalén durante la
Primera Cruzada y que data de entre 1291 y 1295 en su primera redacción;
El Victorial o
Crónica de Pero Niño
Escrita por su
alférez Gutierre Díez de Games: narra las hazañas de este personaje, que
encarga su propia historia;
La Embajada a Tamorlán
En libro de
viajes medieval escrito en 1406 por Ruy González de Clavijo, cuyo contenido es
una relación de la embajada que este autor realizó, junto con el dominico
Alfonso Páez de Santamaría, a Samarcanda ante el rey Tamerlán;
Fernán Pérez de
Guzmán (1378-1460)
Sobrino de Pero
López de Ayala y señor de Batres: es el primer autor de retratos en la
literatura castellana, titulados Generaciones y semblanzas (1450); recoge
biografías de personajes ilustres contemporáneos o próximos en el tiempo;
Hernando del
Pulgar (h.1430-1492)
Cronista de
Enrique IV y de los Reyes Católicos, quien escribe otro libro de retratos:
Claros varones de Castilla, a imitación de las Generaciones y Semblanzas.
Especialmente, la
historiografía en el siglo xv está protagonizada por Enrique de Villena
(1384-1434). Su texto más importante es Los doce trabajos de Hércules (1417),
previamente escrito en catalán. Se trata de una obra compleja en la que,
partiendo de la mitología clásica y a través de un método interpretativo,
expone su visión de la sociedad de su época. La producción de Enrique de
Villena supuso una innovación en la prosa española, por su erudición y
restauración de la sintaxis latinizante —imitadora de la latina—.
Obras religiosas
Las obras
medievales de contenido religioso son, básicamente, del siglo xiii, en concreto
las derivadas de la traducción a lenguas romances de la Biblia y de la
redacción de una literatura doctrinal o catecismos.
Obras didácticas
Las obras
encaminadas a la enseñanza de algún tipo de conocimiento se materializaron, en
primer lugar, en la llamada literatura sapiencial, que se desarrolló a lo largo
del siglo xiii en forma de colecciones de sentencias, bien originales, bien de
versiones de originales en árabe.
Dentro de la
didáctica, deben incluirse también los sermones, cuya técnica, dada la
supremacía de los religiosos como autores literarios, fue de una enorme
influencia. Había dos tipos de sermones: los cultos (en latín) y los populares,
en lengua romance. Este segundo, dado el tipo de auditorio al que iba dirigido
(mezcla de laicos y letrados), abundó en el uso de recursos como los exempla
(cuentos ilustrativos extraídos de la Biblia y otras historias, reales o
ficticias con finalidad moralizadora); además de los exempla, los sermones
utilizaban también las sententiae, o dichos de hombres famosos, originadas en
la retórica y el cristianismo primitivo.4
A mediados del
siglo xiii se tradujeron del árabe textos de carácter moralizante o didáctico.
Entre ellos están el Libro de los buenos proverbios, los Bocados de oro, el
Libro de los cien capítulos y las Flores de filosofía.
En el siglo xiv
se compuso también una obra singular: los Proverbios morales (1355-1360) del
judío Santob de Carrión. Muy vinculados con las enseñanzas judías, los
proverbios están dedicados a Pedro I de Castilla y están escritos en cuartetos
heptasilábicos o dípticos alejandrinos con rima interna; su contenido expresa
un relativismo moral muy pesimista basado en la contemplación de la vida
cotidiana.5
Además de estas
colecciones de proverbios, en la Edad Media se dieron también obras destinadas
a la educación de príncipes e infantes. A esta tradición pertenece obras
trasladadas desde el árabe como Calila e Dimna, el Barlaam y Josafat y el
Sendebar, que aunque más tarde fueron leídas como compilaciones de cuentos,
habían sido concebidas en origen como textos para el adoctrinamiento de
príncipes.
A la prosa
doctrinal pertenece, también, un tratado de Alfonso Martínez de Toledo
(1398-1468), capellán de Juan II y de Enrique IV, titulado El Arcipreste de
Talavera o El Corbacho.
Obras jurídicas y legislativas
La práctica
textual vinculada al derecho tiene sus primeras muestras en castellano con los
fueros y las cartas pueblas, documentos de alcance específico en Castilla y
León que, por un lado, pretendían recopilar los privilegios de cada localidad
y, por otro, legislar sobre la repoblación de los terrenos fronterizos.
La llegada al
trono de Fernando III conllevó la búsqueda de una legislación unificada; el
primer paso fue la traducción del Liber iudicum: el Fuero juzgo se instauró,
así, como obra de referencia legal para el territorio conquistado bajo su
reinado. El segundo paso fue, ya, original, en el sentido de iniciar un nuevo
corpus legal, el Setenario.
Alfonso X, por su
parte, no solo termina el Setenario, sino que, apoyándose en él, redacta las
Siete partidas, obra que refleja su interés por imponerse en sus territorios.
Obras científicas
El concepto de
«lo científico» era muy amplio en la Edad Media, e incluía astronomía,
astrología, tratados sobre las propiedades de las piedras (El lapidario), las
plantas y la magia.
El interés de Alfonso X por la astrología lo puso en
contacto con sabios judíos y árabes, de quienes aprovechó sus traducciones
latinas o encargó nuevas versiones romanceadas. Con ellas, elabora textos como
el Libro del saber de astrología, colección de tratados sobre temas
astronómicos, el Libro complido en los judizios de las estrellas, adaptación
del tratado de Ali ibn ar-Rigal (Ali ben Ragel), o el Libro de la ochava
esfera. También escribió tratados sobre instrumentos de medición o unas tablas
astronómicas, pues su objetivo era descubrir el porvenir (astrología
judiciaria). Por ello consultaba a sus estrelleros al tomar decisiones, lo que
le valió el recelo y desconfianza de clérigos e intrigantes cortesanos. Se
acercó a temas relacionados con la magia, en su Libro de las formas et de las
imágenes o en su versión,
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